viernes, 9 de marzo de 2012

NADIE TE VA A CONVENCER, CADA UNO TIENE SU MOMENTO

Cada vez que iba al cardiólogo me decía que tenía que bajar de peso. La presión alta y la obesidad no son buenas amigas. De todas maneras a pesar de escuchar su recomendación repetidas veces, nunca hice nada  por solucionar los 20 kilos de más que soportaba mi cuerpo. Imagínense cargar dos bidones de 5 litros cada uno en cada mano. Pucha que pesa!. Y si fuera agua todavía, pero en verdad debiera haber dicho paquetes de mantequilla!
Me gusta verme bien, la buena ropa, pero ni siquiera esto lograba que yo tomara la decisión de hacer algo por mi sobrepeso...mejor sin eufemismos, mi obesidad.
En una oportunidad fui a un médico general que me envió exámenes de rutina. Mi colesterol y los triglicéridos estaban por el cielo. Me hizo un comentario que no me gustó para nada. Podría no haberle hecho caso, igual que a mi cardiólogo, pero esta vez fue diferente. Su comentario me hizo click.
Nadie antes pudo convencerme, ni los médicos ni mi señora que durante años me criticó mi excesos por la comida. Nadie. Ahora era mi momento.
Pero ¿cómo iba a enfrentar el problema de mi gordura? Nunca creí en las dietas porque encuentro que son un engaño, al principio estamos muy motivados pero esto no dura mucho tiempo. Además yo necesitaba cuidar mi salud, no verme regio para el verano. Y ahora ¿quién podrá ayudarme?
Pensé en batidos para llenarme la guata y dejar de comer pero esta solución no me convencía mucho.
Fui a una nutricionista;  me preguntó qué comía a lo largo del día, si hacía actividad física, me pesó, midió mi Indice de Masa Corporal, me dio una dieta de no me acuerdo cuántas calorías y me dijo que nos veíamos en un mes más para el control.
Y ahí estaba yo solito, dándome ánimos para seguir la dieta. Cuando fui al control, lo primero que me dijo fue:
"me habrás odiado mucho". Sus palabras me dejaron pensando. Qué lata tener que hacerse odiar para que tus pacientes tengan resultados!
No me fue mal con su dieta, tampoco la odié, pero encontraba que no era suficiente.
Al mismo tiempo, una señora me paró en la calle y me ofreció hacer un curso para alimentarme correctamente y bajar de peso. Aparte me dijo que había un premio en dinero en efectivo para la persona que bajara más kilos al final del curso. Le di mi teléfono y me fui. Me olvidé de este encuentro y al mes siguiente me llamó para preguntarme si estaba interesado en tomarlo. La verdad es que no me convencía mucho pero no tenía nada que perder y me anoté en el curso. Todo esto me despertaba una cierta suspicacia. Al entrar en la sala veo los carteles de una reconocida empresa internacional (lo sospechaba desde un principio) dedicada a la venta de suplementos. Podría haberme dado media vuelta e irme pero la idea de tomar un curso para aprender a alimentarme me hacía mucho sentido y me di la oportunidad.
Empecé el curso. Aprendí sobre la importancia de las proteínas en el control del peso, qué es un buen desayuno, por qué es importante tomar agua, cómo controlar la sensación de hambre, qué comer para sentirme satisfecho, a leer las etiquetas, a controlar mi peso al ir a comer a restaurantes o fiestas, por qué era importante la actividad física, entre otros temas. Mientras dictaban el curso ellos nos hacían ver las ventajas de consumir sus productos, sus batidos, pastillas quemadoras de grasa y otros tantos que no recuerdo.
Nunca consumí nada de lo que ellos me ofrecían, sólo segui  al pie de la letra lo que aprendí en el curso.Y me di cuenta de que alimentándome bien bajaba de peso. Y al terminar el curso también me di cuenta de que yo podía lograr controlar mi peso sin recurrir ni a los batidos ni a las dietas ni a nada externo, sólo estaba en mis manos el control de mi peso. Y lo más importante: yo sabía hacerlo.
Gané tres premios, dos por reducir cintura y uno por haber bajado más kilos de una semana a la otra. Además de  $250.000 al final del curso por ser el que más kilos bajó: tres bidones de agua en los tres meses!
Mientras hacía el curso le agradecía de corazón a los monitores y daba mi testimonio a mis compañeros.
Fue en ese momento que surgió la idea de compartir este conocimiento.Quería compartir con el mundo un conocimiento que me había dado tan buenos resultados. Y como quería hacer las cosas bien conversé con una nutricionista, hija de una amiga y le planteé mi idea de armar un curso basado en los conceptos que había aprendido. Por ese entonces Claudia, la nutricionista, había tenido la oportunidad de hacer talleres de alimentación saludable en jardines infantiles y cuando le comenté la idea le fascinó. Tomó el mismo curso que hice yo y también quedó muy bien impresionada.
Empezamos a trabajar juntos. Ella desde su conocimiento como nutricionista y yo desde mi experiencia. Armamos el curso, obviamente con una orientación distinta a la que enseñaban en el curso de la empresa de suplementos. Es así que surgió el curso Control Consciente del Peso.

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